10 enero 2006

El publico de algo

Hacer es lo que permite que el conocimiento sea posible.
Pierre Bourdieu

Gira internacional. En enero 2007 se realizó en el Centro Georges Pompidou, París, el “Primer Simposio Internacional para evaluar los efectos de proyectos de educación artística y cultural en niños y jóvenes”. El objetivo del encuentro era presentar experiencias de medición y evaluación en esta área, realizadas por investigadores de diferentes países del mundo (http://www.centrepompidou.fr/).

Los resultados fueron expuestos en un documento que se estructuró bajo la forma de las seis lecciones. La primera, se refería a la imposibilidad de construir un lenguaje común e internacional para la investigación en esta disciplina. Ello porque cada proyecto está definido, a priori, por una serie de variables determinadas por el contexto y capital cultural, social, económico y geográfico que afectan al grupo de estudio, así como a la formulación, el proceso y los resultados de la investigación.

Frente a esta dificultad, se agregaba que para poder realizar una lectura más amplia y sacar conclusiones más globales había que comenzar por promover los casos específicos y constituir una batería de casos. Sin embargo, se dejaba bien en claro que la suma de resultados no era suficiente para justificar una política de Estado.

El objetivo de promover una diversidad de proyectos bien acotados es que, a pesar de la especificidad, cada uno de ellos constituye una base que permite visualizar problemáticas que pueden ser despejadas, analizadas, comparadas e reinterpretadas en función de un nuevo proyecto.

De regreso en Chile. En nuestro país, la sociología de la cultura, desde la perspectiva de la medición y evaluación del impacto de proyectos artístico-culturales, y con respecto a lo que se planteaba en el Simposio, es una disciplina que recién comienza a estructurarse. Además, su instauración implica superar una serie de obstáculos: alcanzar un cierto nivel de madurez cultural, lograr implementar un trabajo interdisciplinario (entre gestores culturales, sicólogos, sociólogos, educadores, ingenieros, etcétera…), promover la formación de profesionales esta área y, principalmente, conseguir recursos.

De todos modos, al existir una voluntad política y un interés en esta área es perfectamente factible la implementación de proyectos a pequeña escala.

Un caso: la opción del Teatro UC (TEUC). En marzo 2006, el TEUC crea el Área de Comunicaciones y Públicos con el fin de elaborar un proyecto de construcción y formación de públicos para el teatro, sistemático y profesionalizado, a implementar en tres años, considerando este período como una primera etapa de corto plazo. A partir de la decisión de segmentar a los espectadores en público general, estudiantes de enseñanza media y niños, se repensaron y redefinieron los tradicionales documentos pedagógicos que utilizaba el teatro desde hacía años.

Como resultado, aparecieron los Programas/ Cuadernillos TEUC, concebidos como una iniciativa de mediación cultural. A través de un contenido editorial específico para cada obra, esta publicación ofrece herramientas para comprender desde diferentes perspectivas los montajes y propone una lectura transdisciplinaria del trabajo teatral. Incluye también un material pedagógico, dirigido a profesores, donde se proponen actividades para realizar con los estudiantes antes y después de asistir a la función.

¿Qué es primero, el objeto o el sujeto? El principal desafío que implica la elaboración de cada programa es conocer en profundidad el “producto artístico”. Esto porque consideramos que “no hay público a menos de que sea un público ‘de algo’. Y que para trabajar y discernir sobre ese público, que es el ‘de un objeto artístico’, lo primero es conocer y definir ‘ese objeto artístico’”.

En términos prácticos, lo anterior significa partir por un análisis interdisciplinario del texto elegido, lo cual permite visualizar las principales temáticas y los contenidos transversales que abordará el proyecto. Luego viene el proceso de creación de la puesta en escena, donde el director y los actores asumen las “condiciones” que resultan de la primera etapa, las integran, las trabajan y las interpretan con total libertad artística. Todo es registrado minuciosamente y reinterpretado desde la perspectiva de la mediación cultural y difundido a través del Programa/Cuadernillo y de la página web del Teatro (http://www.teuc.cl/).

La experiencia de El pequeño violín. La obra El pequeño violín, presentada entre junio y septiembre del 2007 en el TEUC, fue escogida para trabajar con el público “niños y familia”. El texto del dramaturgo francés Jean Claude Grumberg, abordaba la importancia de las relaciones afectivas, el rol de la educación, la tolerancia y el respeto por la diversidad. A través del universo del circo, se presentaba la historia de Sara, una niña sorda, quien logra crecer y desarrollarse con dignidad gracias a la educación especializada que recibe y al amor que le entrega su padre adoptivo. Hasta ahí, todo bien. Además, el texto se había adaptado al contexto chileno con lo cual se reforzaba la coherencia entre el contenido y el público elegido.

La dirección del montaje fue encomendada al profesor de la Línea de Movimiento de la Escuela de Teatro UC, Elías Cohen, quien al momento de comenzar el proceso de la puesta y luego de nuevos análisis y discusiones con la Comisión de Repertorio, decidió asumir artísticamente el hecho de que Sara fuera sorda. Entonces, los actores recibieron un taller de lenguaje de señas y se comenzó a construir un espacio de ficción lleno de colores y magia; una experiencia artística que proponía un lenguaje propio, extracotidiano, donde en ciertos momentos se integraba la lengua de señas.

Si bien desde un principio estaba la idea de promover el acercamiento y sensibilización de un público oyente al universo de la sordera, fue recién durante el proceso de la puesta en escena que se optó por desarrollar herramientas lingüísticas específicas para un público sord que permitieran a éste asistir a la función y comprender mejor la obra. Entonces, nuestro público comenzaba a definirse, a acotarse (o ampliarse) a: “oyentes y sordos, a partir de 8 años de edad, tanto en el marco de una actividad escolar, de un proyecto educativo de integración, o en un contexto de recreación familiar”.

El esquema y los contenidos del Programa/Cuadernillo estaban claros. Se incluía, además, dos herramientas específicas de trabajo. Para los oyentes, un “dactilológico” (diccionario de Lenguaje de señas), cuyo objetivo era fomentar el acercamiento al lenguaje de señas desde una perspectiva lúdica. Para los estudiantes sordos, “cuatro postales”, cada una de ellas con un personaje de la obra y su descripción psicológica, lo que les facilitaba la comprensión del montaje.

La temporada de El pequeño violín terminó con grandes aplausos y decidimos capitalizar el trabajo realizado. Sentíamos que nos encontrábamos frente a una oportunidad única para comenzar una investigación sobre el impacto alcanzado con el proyecto; considerábamos que había llegado la hora de una segunda etapa, fuera del teatro.

Escena siguiente. Entonces elaboramos un nuevo proyecto: “El pequeño violín: una experiencia artística como herramienta de inclusión para jóvenes sordos y oyentes”, financiado en parte por la Pastoral UC. Esta investigación se plantea como objetivo analizar y evaluar, desde la perspectiva de la inclusión social, el aporte y los efectos de la experiencia artística y del trabajo de mediación propuesto. Nuestro sujeto de estudio está constituido por un total de 105 jóvenes, alumnos oyentes y sordos de 7º y 8º básico, del Liceo Guillermo González Heinrich (establecimiento con programa de integración educativa).

El proyecto comenzó el mes octubre pasado y finalizará en julio 2008. Hasta mediados de diciembre y durante las horas de Lenguaje y Comunicación que comparten sordos y oyentes, se han desarrollado las actividades pedagógicas del cuadernillo y han sido registrados los resultados de las actividades. Durante marzo se desarrollarán actividades de mediación de mayor complejidad, a implementar durante el primer semestre 2008, y se elaborarán herramientas específicas para evaluar el impacto. Esperamos que esta primera experiencia nos entregue pistas y herramientas para avanzar en esta disciplina, en el marco de procesos educativos, y desde perspectivas cognitivas, sicológicas, sociales, artísticas y culturales.

Sólo nos queda por agregar que con nuestro Pequeño violín, creemos estar sentando cimientos para impulsar una nueva área de investigación en Chile, la cual vendría a reforzar el potencial del arte y cultura como factor de desarrollo humano.
Por Maria Ines Silva Barraza
Articulo publicado en Revista Pausa N°9, enero 2008, Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, Chile.