03 abril 2006

Patrimonio Inmaterial: Festival de l'Imaginaire

Una nueva convención de la UNESCO fue aprobada el 17 de octubre del 2003 con el fin de salvaguardar este patrimonio. Qué dice la convención, cuál es su objeto y cómo preservarlo son los temas que comenzarán a ser debatidos en los países que firmaron el acuerdo.


Por María Inés Silva, mayo 2004.


El ocho de marzo pasado (2004), Chérif Khaznadar, director de la Maison des Cultures du Monde, subió al escenario del teatro de la Alianza Francesa en París para presentar el espectáculo del bakhshi iraní Rowshan Golafruz, en el marco del 8º Festival de l’Imaginaire. Se trataba de “El relato de Tâher o Zohre”, una célebre historia de amor perteneciente a la tradición de los dâstan, que ha recorrido durante siglos gran parte de la Anatolia y del Asia central.

Los dâstan son largas baladas que narran episodios amorosos, épicos o religiosos, a través de una alternancia entre prosa recitada y versos cantados, acompañados por el dotâr, un laúd de mango largo a dos cuerdas. Ellos son interpretados por los bakhshi, poetas descendientes de los trovadores del Irán pre-islámico y de los cantantes de epopeyas medievales turcas, quienes heredan de sus padres este “arte de la narración” para hacerlo evolucionar según la vitalidad personal y una gran variedad de entonaciones particulares.

Golafruz pertenece a la novena generación de la línea más prestigiosa de los bakhshi de Khorassan, región donde los cantos se interpretan de manera bilingüe: los versos en turco y la prosa en persa. Y era en estas lenguas que su espectáculo se presentaba por segundo año consecutivo en Francia.

Khaznadar explicó que el concierto del 2003 fue registrado en video, traspasado a CD musical y el relato traducido al francés. El objetivo: difundir en occidente esta manifestación artística, que nuevas generaciones tuvieran acceso a ella, que el soporte sirviera como herramienta educativa y poder contar con un sistema de subtitulaje para la versión 2004.

Vinieron los aplausos y bajó del escenario. Sin embargo, se devolvió a los dos segundos para agregar que en realidad existía una distancia entre el concierto anterior y la presentación que ahora comenzaba. Y que aún cuando el disco era una instancia de acercamiento a una cultura ajena, no se podía obviar el hecho de que en él se fijaba “algo” que por naturaleza era movimiento, manifestación en evolución permanente, siempre abierta a nuevos aportes. Por lo mismo y afortunadamente, estaba seguro de que el espectáculo de esa noche contaría con elementos diferentes, inexistentes en la grabación y traducción preparadas el año anterior.

Nuevamente aplausos. Ahora sí se iniciaba la presentación iraní de este festival, un evento que desde sus orígenes ha estado consagrado a la ilustración, difusión y salvaguarda del Patrimonio Cultural Inmaterial Mundial.

EL NUEVO ESTRENO DE LA UNESCO.
El seis de abril pasado (2004), monsieur Khaznadar volvió a subir al mismo escenario, pero ahora en su condición de presidente del Comité de Cultura de la Comisión Nacional Francesa para la UNESCO. Esta vez para dar inicio a la Primera Jornada Informativa y de Debate sobre Patrimonio Cultural Inmaterial, luego de la firma de la Convención de la UNESCO sobre esta materia, el 17 de octubre de 2003.

El objetivo del encuentro, abierto a todo público y dirigido por autoridades culturales francesas y de la UNESCO, fue dar a conocer los contenidos de la convención, explicar el concepto y determinar cuáles son los objetos “franceses” que conforman este patrimonio; abrir el debate y reflexión en miras de la puesta en marcha del acuerdo internacional. Un acuerdo que plantea una serie de desafíos de largo plazo a los países que lo suscribieron, principalmente en materia de políticas culturales y de desarrollo humano.

Hace ya algunos años, la UNESCO comenzó a reflexionar sobre Patrimonio Cultural Inmaterial; sobre cómo los diferentes pueblos del mundo pueden ser reconocidos y protegidos, sobre cómo evitar que sus manifestaciones culturales se vuelvan cada vez más frágiles”, cuenta Khaznadar, quien fue denominado como experto del gobierno francés para esta convención. “Sin embargo, a medida que el proyecto comenzó a avanzar nos dimos cuenta de que había caído, como sucede frecuentemente, en manos de funcionarios internacionales que no estaban preparados para reflexionar ni sobre el texto que se escribía ni sobre la naturaleza misma de lo que se pretendía salvaguardar. En realidad, lo que se estaba haciendo era copiar la Convención de Patrimonio Material, cambiar el apellido por Inmaterial y luego proponer la firma”, recuerda. “Y el problema es que no puedes proteger las formas vivientes de la misma manera que las piedras; por un lado tienes la vida y por otro la muerte”.

Frente a esta situación se tomaron cartas en el asunto, se pidieron refuerzos especializados y se comenzó a trabajar en una serie de actividades para hacer evolucionar el contenido del acuerdo. Para el 2003 ya estaba casi todo preparado y se podía dar inicio a las campañas de apoyo en las diferentes regiones del mundo. Ellas finalizaron en el marco del coloquio “El Patrimonio Cultural Inmaterial: los desafíos, las problemáticos y las prácticas”, celebrado en Assilah, Marruecos, del 7 al 9 de agosto 2003.

El 17 de octubre pasado (2003), durante la XXXII Conferencia General de la UNESCO en París, los países miembros firmaron la convención. En ella se entiende por Patrimonio Cultural Intangiblelos usos, representaciones, expresiones, conocimientos y técnicas –junto con los instrumentos, objetos, artefactos y espacios culturales que les son inherentes- que las comunidades, los grupos y en algunos casos los individuos reconozcan como parte integrante de su patrimonio cultural. Este patrimonio cultural inmaterial, que se transmite de generación en generación, es recreado constantemente por las comunidades y grupos en función de su entorno, su interacción con la naturaleza y su historia, infundiéndoles un sentimiento de identidad y continuidad y contribuyendo así a promover el respeto de la diversidad cultural y la creatividad humana”.
Él se manifiesta en los ámbitos de las tradiciones y expresiones orales, incluido el idioma como vehículo del patrimonio cultural inmaterial; de las artes del espectáculo; de los usos sociales, rituales y actos festivos; de los conocimientos y usos relacionados con la naturaleza y el universo; de las técnicas artesanales y tradicionales.

TODO(S) IBAMOS A SER PATRIMONIO. L
legar a esta definición, que ha sido denominada como “consensual”, fue un arduo trabajo que debió enfrentar incoherencias y una serie de dificultades. “Ellas provenían principalmente de la inadecuación entre la clasificación que hace la UNESCO sobre el patrimonio de la humanidad y la realidad sobre terreno, entre el enfoque político y burocrático y la realidad etnológica”, comenta Khaznadar.

Existe un esquema conceptual propio a las culturas occidentales donde todo se clasifica. Por ejemplo, teatro, música, danza, arquitectura, literatura y poesía son disciplinas que suelen encontrarse aisladas unas de otras y que siguen evoluciones paralelas. Es más, ellas se dividen en subgéneros como literatura para niños o mujeres, músicas de todo tipo, por sólo nombrar algunos, y proliferan y resisten incluso a las tentativas de ciertos movimientos intelectuales que predican el regreso a la pluridisciplinarismo, especialmente en el ámbito del espectáculo”, agrega.

  • ¿Y la inadecuación?
  • Las organizaciones internacionales, entre ellas la UNESCO, perpetúan esta segmentación de la creación; distinguen lo que se refiere a los hombres de lo que afecta a las mujeres, niños, viejos, pobres, minusválidos, indígenas. Ellas tienden a dividir la sociedad en “rebanadas”, exacerbando así las diferencias, creando rivalidades y antagonismos, en vez de promover un equilibrio que es natural. La clasificación del patrimonio de la humanidad en tres categorías, material, natural y, ahora, inmaterial o intangible, es una manifestación más de esto mismo. Y lo que sucedía al reflexionar sobre el concepto de inmaterial es que nos enfrentábamos a la situación de por qué y de cómo, por ejemplo, aislar un ritual (patrimonio inmaterial) del lugar donde él se desarrolla (patrimonio natural o inmaterial) y de los objetos, instrumentos o máscaras que son indispensables para su realización. Por otra parte, también surgía la cuestión de por qué disociarlo de la cultura en general.
  • Entonces, ¿por qué hacerlo?
  • Los conceptos de patrimonio inmaterial y de cultura se encuentran bastante próximos, el campo podría ser el mismo. Sin embargo, el objetivo de hacer la distinción a través de un nuevo concepto es poder salvaguardar mejor este patrimonio, que siempre ha sido combatido por las grandes ideologías. Ese es el fin de la Convención de la UNESCO.
  • ¿Cuál es la batalla actual?
  • El patrimonio inmaterial molesta a muchos. El comunismo buscó durante años simplificar estas manifestaciones, volverlas aceptables y eliminar sus diferencias. Ahora se vive el mismo fenómeno con la globalización, pero por razones económicas. Ella uniformiza las formas de expresión para que todo el mundo pueda comunicar y comprar. Muchos de estos patrimonios desaparecen porque los gobiernos los consideran pasados de moda, sin referencia y porque es necesario modernizar, es decir, copiar de occidente, de los Estados Unidos. Y lo que no se actualiza se bota o se mete a un museo.
    La museificación aparece como posibilidad cuando se habla de salvaguarda
    No hay que confundir salvaguarda con conservación. Es verdad que uno de los riesgos analizados era que esta Convención fuera utilizada como herramienta de museificación, aún cuando su espíritu sea todo lo contrario. Para evitarlo, a la hora de establecer políticas culturales y de desarrollo humano, es necesario siempre retener esa característica primera de la cultura y del patrimonio inmaterial de ser “algo” en movimiento constante. Hay que implementar medidas que protejan a estas manifestaciones de agresiones paralizadoras y que promuevan las condiciones para continuar practicándolas naturalmente, no de manera artificial.
  • ¿Por ejemplo?
  • Un señor hace máscaras. Es necesario que alguien las compre para que no desaparezca su oficio. Ellas podrán ser vendidas si todos los años hay un carnaval. Incluso la demanda puede aumentar cada año y, entonces, quizás el hijo se interese por aprender el oficio. Alrededor de este patrimonio estás promoviendo el contexto que le es natural, que le permite desarrollarse. Sin embargo, existe el riesgo de tomar medidas preservacionistas artificiales: pones al señor en una escuela para que enseñe su oficio y para que las máscaras no desaparezcan. Con eso él gana su sustento, pero ¿quién va a pagar a los cinco, diez o veinte estudiantes una vez que hayan aprendido? ¿el gobierno? ¿quién va comprar las máscaras si no hay carnaval? ¿y cómo evitar de que no se transforme en un trabajo mecánico, de repetición, si no existe un entorno que estimule y revitalice sus diferentes dimensiones? Si hay carnaval eso no ocurre. Hay demanda, hay diversidad. Siempre se plantea un nuevo imaginario, la gente pide otra cosa y el trabajo evoluciona, se enriquece.
  • ¿Por dónde comenzar?
  • Por saber de qué estamos hablando. Es necesario identificar estas manifestaciones a nivel de cada comunidad, de cada país. Partir por hacer un catastro, un repertorio. Al descubrir qué es lo que hay comienza un proceso de toma de conciencia sobre la importancia de este patrimonio, se reconoce estar frente a “tesoros vivientes” y que estos son diferentes unos de otros. Enseguida, se visualizan los más frágiles y se reflexiona sobre qué hacer para que no desaparezcan tan rápido. De esta manera se apropia y luego puedes transmitirlo.
  • ¿Cuál es la diferencia entre patrimonio inmaterial, folklore y patrimonio tradicional popular?
  • En cuanto a folklore, si se toma en el sentido original anglosajón del término, las artes de expresión del pueblo, y no de la manera peyorativa como ha sido utilizado en los últimos cuarenta años, estamos frente al patrimonio inmaterial. En cuanto al “tradicional popular”, éste está incluido en el inmaterial. Lo que sucede es que el inmaterial es mucho más amplio y acepta expresiones más contemporáneas. Por ejemplo, el rap ya es una manifestación de patrimonio inmaterial.

POSIBILIDADES, PROBLEMATICAS Y DESAFIOS.
Durante el coloquio de Marruecos (2003) y como una manera de ilustrar las potencialidades que encierra el patrimonio inmaterial, Javier Pérez de Cuéllar, presidente de la Comisión Mundial de la Cultura y el Desarrollo, presentó el siguiente ejemplo: “En mi país, el Perú, existen técnicas ancestrales relativas a la construcción de viviendas que se transmiten de generación en generación. Las habitaciones son más resistentes a los temblores y mucho muy económicas. Ellas se han experimentado con éxito en América Central, región que se ve afectada por los mismos desastres naturales. Nada impide que en el futuro este bagaje pueda ser útil a poblaciones que, bajo otras latitudes, sufran de sismos”.

Khaznadar explica que existen muchas experiencias de este tipo y que el patrimonio inmaterial puede ser una importante fuente de ingresos. Sin embargo, recomienda ser cuidadoso frente a la creación de falsas expectativas. “Tenemos el ejemplo de la música. Siempre habrá alguien que llegue a ser famoso, pero no todas las músicas de todos los pueblos de la tierra van a tener un éxito comercial. La artesanía no va a interesar a todo el mundo. No todos los paisajes atraen a miles de turistas. Hay sólo un sitio de la Alhambra, una torre Eiffel, unas cataratas del Niágara”.

También deja en claro que en los dominios del inmaterial no hay soluciones milagros, no hay modelos a reproducir. Sólo existen experiencias que funcionan en ciertas regiones y bajo ciertas condiciones. “Ellas sirven de inspiración para desencadenar el proceso de reflexión sobre el tema, el que deberá conducir a la puesta en marcha de medidas que garanticen la viabilidad de este patrimonio, la permanente revitalización en sus distintos aspectos”.

A eso apuntó la jornada del seis de abril en París, e iniciativas del mismo orden deberán ser realizadas por cada uno de los países que firmaron el acuerdo. “No es un trabajo fácil ni debe ser tratado superficialmente. Es necesario pensar a largo plazo y, sobre todo, ser prudente”, agrega. “El patrimonio no es sino lo que los hombres hacen, es a ellos a quienes hay que distinguir y sostener, no a formas abstractas. A los hombres que viven con su cultura, una cultura que es también viva”.

RECUADRO: Tesoros vivientes, evolución constante
Una de las manifestaciones de patrimonio inmaterial más esperadas este año en el marco del Festival de L’imaginaire fue el espectáculo japonés de Kyôgen, interpretado por la familia Shigeyama en tres generaciones: Sennojo, el abuelo de 80 años; Akira, el padre, y Dôji, el nieto.

El Kyôgen es una de las cuatro formas tradicionales de teatro existentes en Japón y fue desarrollada a partir del siglo XIV. Se trata de piezas cómicas interpretadas por personajes anónimos, alegres, irreverentes que utilizan el diálogo y el gesto para expresar el aspecto irrisorio de la humanidad a través de historias de la vida cotidiana. Ellas se presentan como intermedio entre dos piezas de nô, otra de las especialidades teatrales niponas que es considerada como más culta, más cercana a la tragedia, donde los personajes tienen nombres, las historias son leyendas antiguas y en la que se utilizan las máscaras, la música y la danza para provocar un vuelco en el espectador hacia su interioridad.

Las técnicas de ambos estilos se transmiten por generaciones al interior de las familias. Los niños se inician alrededor de los cuatro años con clases diarias en las que trabajan junto a sus padres o abuelos a través de la imitación y la repetición.

La familia Shigeyama ha jugado un rol fundamental en la difusión y promoción del kyôgen. Sennojo fue uno de los primeros en romper los tabúes del mundo ortodoxo del nô y el kyôgen al salir de los límites del teatro tradicional para presentar, en otro tipo de salas, en la radio y en la televisión, piezas que combinaban elementos provenientes de diferentes formas de espectáculos contemporáneos. Sin embargo, al mismo tiempo trabajaba activamente por hacer revivir las piezas olvidadas o perdidas del kyôgen clásico. Akira, de 52 años, considerado un prodigioso intérprete de Samuel Beckett y Shakespeare en el estilo kgôyen, creó junto al norteamericano Jonah Salz el “Noho Theater Group”, tropa que ha participado en diferentes festivales occidentales y que ahora se presenta por tres años consecutivos en Estados Unidos. Dôji, de 21 años, formó el 2001, junto actores de su generación, el grupo “Toppa”, con el fin de salir a las calles y difundir entre los jóvenes esta tradición centenaria y sus respectivas evoluciones.

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